martes, 10 de enero de 2012

Pistola en mano

Paré en el bar, la vida que llevaba me estaba matando, al entrar Walter, el camarero, me preparaba la copa que yo quería, cinco años en esta ciudad, pero era el único que me conocía.
Yo era un solitario, un hombre misterioso que se ocultaba bajo su largo sombrero y una chaqueta que llegaba hasta las rodillas. Por las noches escribía y por las mañanas bebía hasta la hora de escribir.
El sueño era un problema, no sufría insomnio, pero soñaba con ella, mi locura, la causa de mis aventuras, la causa de mi misterio.
Cada noche escribía, hasta que un día la encontré frente a mi ventana, tan sonriente como siempre, tan adorable, tan ella.
Esa misma noche... descubrí que mi destino era ella.

- Walter, esta noche quiero algo con más fuerza. Esta noche, voy a hablar con ella.

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