Menos mal que el día avanza y no siempre acaba como empieza.
Hoy, voy a escribir algo especial.
Cerré los ojos y entré a un sueño, un sueño que no era blanco, ni tampoco negro, era un sueño pintado de esperanza, con el color de la calma y que con la brisa olía a pasión. Decidí dar el primer paso y mi caminar se tornaba música, la cual bailaba con mis ideas que pasaron a saludar. Hablé con ellas, discutí con cada una, aprendí de los errores y volví a enamorarme de mis recuerdos, también recordé mis miedos y me asusté. Pero mis seguridades me recordaron el por qué los superé.
Y empezó a llover, con aroma de frescura y sabor de libertad, notaba cada gota sobre mi, mientras mi ropa mojada se desvanecía y empecé a notar el calor que mi propio ser proporcionaba.
Desnudo empecé a correr, disfrutando de mil colores, notando cada nota que danzaba con la lluvia creando la conexión. Las rosas empezaron a crecer y cambiaban de color, lanzaban pétalos al aire formando una nueva escena a mi alrededor, donde mil colores desconocidos hasta el momento aparecieron y mil notas más se unieron sin romper la armonía, acompañando cada movimiento de mis pies, los cuales danzaban con alegría sabiendo que era la hora de bailar su propia canción.
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