Traspasó el cristal de mi ventana, filtrandose y jugando con las cortinas, las pequeñas partículas de polvo, flotaban por mi cuarto haciendo que la poesía de Pablo Neruda pareciese bazofia en comparación de la belleza de ese momento. La magia de la naturaleza se involucraba en el mundo artificial del hombre, demostrando que por mucho que haga este, no podía frenar la fuerza de la razón, porque tarde o temprano, las murallas y fronteras caen.
Y si no caen... las tiramos.
Pintemos un mundo de ilusión
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